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El movimiento #MeToo que denuncia los casos de acoso sexual, personaje del año en Time


La revista 'Time' ha designado personaje del año al movimiento #MeToo, organizado para denunciar casos de acoso sexual tras el escándalo de Harvey Weinstein.

"Los rompedores de silencio" son una amplia gama de personas, en su mayoría mujeres, desde las primeras que acusaron públicamente al ahora desacreditado magnate de Hollywood Harvey Weinstein a aquellas que compartieron sus historias de abuso usando el hashtag #MeToo (yo también), desencadenando un reconocimiento de una incómoda verdad en Estados Unidos.

"Las personas que han roto su silencio sobre el acoso sexual abarcan todas las razas, todas las clases sociales, todas las ocupaciones y prácticamente todos los rincones del mundo. Su ira colectiva ha provocado resultados inmediatos e impactantes. Por su influencia en 2017, son la persona del año de Time", asegura la prestigiosa publicación.

El movimiento #MeToo nació hace una década, pero se reactivó tras destaparse el caso Weinstein. La actriz Alyssa Milano, conocida por la mítica serie 'Embrujadas', publicó un tuit en el que animaba a las víctimas a romper su silencio:

"Si has sido acosado sexualmente o agredido, escribe 'yo también' como respuesta a este tuit". La publicación aparecía acompañada de una fotografía en la que se podía leer: "Sugerido por una amiga: Si todas las mujeres que han sido acosadas o agredidas sexualmente escribieran 'Yo también' en su estado, podríamos hacer entender a la gente la magnitud del problema".

La publicación de Milano provocó una imparable oleada de testimonios de mujeresque habían sufrido acoso sexual en sus trabajos y en todos los ámbitos de la esfera cotidiana.

La denuncia iniciada por esta actriz atravesó fronteras e incluso creó otras de magnitud similar como la campaña de fundadora de 'La lettre de l'audivisuel' Sandra Muller en Francia, llamada #balancetonporc, traducida como "delata a tu cerdo", o los hashtag en castellano #YoTambién o #AMíTambién.

El ejemplo de Taylor Swift

En la publicación aparecen numerosas mujeres anónimas, pero también rostros conocidos como Ashley Judd o Rose McGowan, la actriz que ha liderado la cruzada contra Weinstein. La revista recuerda además el caso de la cantante Taylor Swift, quien antes de que se destapase el escándalo y que surgiese el movimiento #MeToo, acudió al juzgado para denunciar que había sido acosada en una sala llena de gente

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El jurado de Colorado condenó a David Mueller, locutor y antiguo DJ, a pagar la cantidad de simbólica de un dólar a la cantante, como ella había solicitado, por haberla manoseado en 2013. 'Time' ha valorado que la actitud de Swift inspiró a otras mujeres a atreverse a denunciar el acoso sexual.

El presidente estadounidense, Donald Trump, quedó segundo en esta prestigiosa clasificación, delante de su homólogo chino, Xi Jinping, según ha informado la

El movimiento #MeToo y la revolución de las mujeres

YO TAMBIÉN. El ‘caso Weinstein’ desencadenó el movimiento #MeToo, que ha logrado unir a miles de mujeres que alguna vez han sido acosadas o abusadas. También ha dado credibilidad y visibilidad a las víctimas de los casos más graves

MOVIMIENTO QUE MARCÓ EL AÑO. Una mujer con un cartel que dice “Nosotros el pueblo defendemos la dignidad”, en una protesta en Kosovo en marzo. Créditos: AFP

Podría haber quedado en el olvido. No sería la primera vez. Mujeres que denuncian públicamente el acoso sexual que han sufrido por parte de un hombre poderoso, que apenas sale con un rasguño. Pero no fue así. A primeros de octubre, corrieron como la pólvora los titulares de que el gigante de Hollywood, Harvey Weinstein, era destituido de su empresa tras la publicación, por parte de The New Yorker y The New York Times, de un cúmulo de acusaciones de acoso sexual supuestamente cometidos durante décadas y silenciados a golpe de talonario. Sexo, poder, dinero. Pero lo que empezó como la historia de siempre puede haberse convertido en la mecha que prenda la historia. Y en mayúsculas.

El estruendo provocado por los testimonios de artistas famosas contra Weinstein —Ashley Judd, Mira Sorvino, Angelina Jolie o Gwyneth Paltrow— ha desencadenado un enorme terremoto en Estados Unidos y ha ido derribando, en cascada, a un rosario de hombres poderosos, semidioses en sus respectivos gremios.

Un seísmo que ha animado a cientos de miles de mujeres anónimas que, bajo el grito de 'Me Too' (Yo también), han roto el silencio y se han lanzado a compartir sus propios casos de abuso. El fenómeno ha alumbrado un potente movimiento catalizador para luchar y visibilizar la raíz del problema: la discriminación de la mitad de la sociedad.

“Este movimiento ha conseguido que la sociedad, al menos en la esfera pública, ponga la carga de la responsabilidad en el acosador, y no en las mujeres. Les ha dado credibilidad y ha racionalizado que desde la violencia de baja intensidad con comentarios inoportunos hasta el acoso sexual más agresivo es responsabilidad de quien agrede”, señala la profesora Laura Nuño, de la cátedra de Género de la Universidad Rey Juan Carlos. Un cambio de discurso que ya es difícil que se repliegue, dice.

NOTICIA DEL 2017

Por qué ahora, por qué estas denuncias y no las de hace dos, cinco o diez años, como las interpuestas contra Bill Cosby o el escándalo del presentador estrella de Fox, Bill O’Reilly.

Hay que buscar la respuesta en la expansión de los movimientos feministas, en el caldo de cultivo que se venía cociendo desde hace al menos un año: la fuerza y resistencia del movimiento ‘Ni una menos’ en América Latina; la inédita Marcha de las Mujeres del pasado enero en Washington contra la agenda ultraconservadora del presidente Donald Trump, un gobernante acusado a su vez de acoso; los paros de mujeres en marzo en todo el mundo; las multitudinarias manifestaciones contra la violencia machista. El movimiento 'Yo también' es la noticia internacional del año para este diario y 2017 ha sido, dicen, el año de las mujeres.

No por casualidad, 'feminismo' ha sido declarada como palabra del año por el diccionario estadounidense Merriam-Webster. Jamás antes tantas mujeres —también hombres— de distintos ámbitos se habían definido públicamente como feministas, palabra maldita años antes (y que aún incomoda a muchos).

Hay un legítimo debate sobre si todo esto tiene algo de revolución o de moda. Si es un cambio sociológico o una erupción pasajera.

El vendaval ha llegado también a otros países. En Suecia, el defensor de la Igualdad ha colocado en revisión las prácticas de grandes empresas, se va a endurecer la ley para especificar que toda relación que no tenga el consentimiento expreso es abuso sexual. El “no es no”, no es suficiente, ha afirmado el primer ministro Stefan Löfven, “solo el sí quiere decir sí”. En Francia, donde se prepara una ley contra el acoso callejero, el presidente Macron ha fijado la igualdad entre mujeres y hombres como la “gran causa” de su mandato en una sociedad, dijo, “enferma de sexismo”.

CAMPO DE BATALLA

Todas las revoluciones sociales avanzan a empujones: saltando dos pasos de golpe y retrocediendo uno. Hasta que cuajan. Pero lo que el movimiento 'Me Too' ya ha dejado claro es que ha servido de catarsis.

Pesos pesados del mundo del cine y la televisión han caído en desgracia, políticos notables han abandonado sus puestos señalados por sus propios partidos. En noviembre, el actor Alec Baldwin entonó un crudo mea culpa. “He tratado a las mujeres de una manera muy sexista”, dijo. Y continuó: “He intimidado a las mujeres. Las he pasado por alto. Las he subestimado... Me gustaría cambiar eso”.

Moda o no, una nueva generación de mujeres inconformistas ha espoleado el movimiento compartido con las adultas, cada vez más conscientes de la desigualdad, aunque también del poder del activismo. Pero los procesos de transformación del feminismo, como apunta la experta en temas de género Mónica Roa, son extremadamente lentos porque hay que cambiar grandes estructuras y dinámicas muy profundas

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El campo de batalla es infinito. Cada diez minutos un hombre asesina a una mujer que es o fue su pareja, según la ONU. En Europa, ellas ganan, de media, un 16,3% menos por hora trabajada que los hombres; en EE.UU., un porcentaje similar. En América Latina, la tasa de participación laboral femenina lleva años estancada en 53%. Y así, ad infinitum.

“El movimiento 'Yo también' ha desencadenado una auténtica tormenta que todavía no ha cesado y que debe aprovecharse”, recalca Virginija Langbakk, del Instituto Europeo de Igualdad de Género. Cree que el fenómeno logrará una mayor conciencia de las empresas, los gobiernos y las fuerzas de seguridad sobre el acoso y abuso sexual. Ha sido la historia del año. Falta que sea el año en que cambie la historia.❧

Hay una cultura que ampara y relativiza el abuso

  • El acoso persiste solo cuando existe una cultura que lo ampara y lo relativiza. La actriz Alyssa Milano clamó algo similar en respuesta a Matt Damon. El actor pidió hace unos días diferenciar “entre tocarle el c... a alguien y una violación, o abusar de un niño”. Todo, dijo, debía erradicarse, pero sin “mezclarse”. Replicó Milano: “No estamos indignadas porque alguien nos tocó el c... Estamos escandalizadas porque nos hicieron sentir que esto era normal. Hay diferentes etapas en un cáncer. Algunas son más tratables que otras. Pero sigue siendo un cáncer”.

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